DISTANCIA RECORRIDA: Entre 18 y 20 kms. aprox. (yo sinceramente creo que menos, pero éstos creen que más) TIEMPO EMPLEADO: más de 14 horas DESNIVEL ACUMULADO: 1504 m. desde la Besurta PUNTO MÁXIMO DE ALTURA ALCANZADO: 3404 m. en la Cima de Aneto
Tanto tiempo sin escribir, que casi ni me acordaba de las claves de acceso y como se publicaba en el blog, pero bueno, aquí estoy de nuevo, narrando con mucho gusto las aventuras y desventuras de estos montañeros (algunos alpinistas jejeje) que un año más, se lanzan a la aventura, a la conquista de nuevos retos. Se trata de retos pequeños o fáciles, pero para nosotros, se trata de nuestros ochomiles y cuando los superamos, nos sentimos igual o mejor, que esos locos himalayistas… en cualquier caso, de lo que se trata es de salir al monte y patear, sólo el hecho de que ese germen montañero que se nos metió dentro, allá por octubre del 2008, sigue aún en algunos de nosotros, hace que esboce una sonrisa. Bueno, vamos al lío…
Hace más de un año, los cuatro locos que fuimos al Mont Blanc, junto con Silver, decidimos, que como antesala al Montblanc, teníamos que probar con Aneto. Para la mayoría de nosotros, era el primer reto serio y como tal, nos enseñó, que en ocasiones, la montaña nos vence un asalto. Eso fue lo que le pasó a Silver, el Aneto le venció un asalto y en aquella ocasión, no pudo doblegarlo, por tanto, no quedaba otra opción, que volver y ganarle en esta ocasión el combate. De los que fuimos en aquella ocasión, por motivos diferentes, sólo Toni y yo repetíamos junto a Silver, pero además, se sumaba a la expedición el pequeño, pero gran Jorge, que debido a su paternidad el año pasado, se perdió tanto el Aneto, como posteriormente el Mont Blanc.
Sin pensarlo mucho, decidimos que había que volver y que Septiembre era una buena fecha. Barajamos varias posibilidades en cuanto a la forma de ascensión y la vuelta y decidimos, que la mejor opción, era dormir en la Besurta con tiendas de campaña, dejar todo lo innecesario en el coche, madrugar y tirar para arriba desde ahí, la vuelta, habíamos decidido, aconsejados por Panti, realizarla por el Forau de Aigualluts, más larga, pero a la postre más divertida y bonita.
El pasado miércoles, 19 de Septiembre, estábamos a las 07:00 (algunos un pelín más tarde) en el parking, con toda la parafernalia en el coche de Jorge y listos para emprender viaje hacia Benasque. Voy a omitir lo relativo al viaje, por no alargarme demasiado, pero diré que sobre las 13:00 estábamos en Castejón de Sos, apretándonos un menú y jugándonos unos copazos a una partida de mús jejeje
Sobre las 18:00 horas, después de visitar varias tiendas, decidimos tomarnos un té en el mismo lugar en el que el año pasado, nos refugiamos de la lluvia antes de subir hacia la Besurta, a algunos de nosotros casi no nos gusta el té, pero hay liturgias que hay que respetar y el té rinde un merecido homenaje a nuestro querido Yon. Un rato después íbamos hacia la Besurta.
Una vez en la Besurta pudimos comprobar que había cambiado. Las casetas de madera, que parecían como paradas de autobús, han sido sustituidos por un gran complejo, también de madera, pero la verdad, no nos acercamos ni siquiera a ver qué había. Aunque faltaba un tiempo para que anocheciera, había que buscar un buen sitio para montar las tiendas, montarlas y luego cenar. No queríamos acostarnos muy tarde, ya que habíamos previsto levantarnos a las 04:00 de la madrugada.
Yo he montado muchas veces tiendas de campaña, pero para éstos es muy nuevo y mucho más en medio de la montaña, lejos de los campings. Corregirme si me equivoco, pero os veía como nerviosos, emocionados montando el “campo base” jejeje.
Terminamos de montar las tiendas, cuando ya casi anochecía, así que volvimos a los coches y nos montamos una señora cena. Con todos los aparejos de camping de Toni, montamos una mesita (hasta con mantel), bancos y con los campingaz, nos dispusimos a hacer la cena. Unos tortellini rellenos, con salsa de tomate, que poco a poco se fueron haciendo en dos tandas y que nos supieron a gloria. Sólo quedábamos nosotros en aquel parking y teníamos toda la parafernalia montada, disfrutando de una cena “en familia”.
Mientras preparábamos la cena, Jorge había preparado la comida para la ascensión del día siguiente, así que al terminar de cenar, preparamos las últimas cosillas de la ruta, repartimos los paquetes de comida y nos fuimos hacía las tiendas.
Dormimos más o menos bien. Jorge, Toni y un servidor en la tienda iglú, que es para cuatro personas y el Largo y su fama de roncador, durmió en la de montaña, tipo sarcófago que es para dos personas. No nos enteramos de ronquidos si es que los hubo y no dormimos del todo mal, salvo por un ruido enorme que venía de algún animal que no supimos aclarar y que sonó bastante cerca… he de reconocer que me acojoné un poquito y Jorge también, Toni parecía más tranquilo (es cazador) y el Largo, con los tapones ni se entero.
A las 04:00 sonaron un par de alarmas que habíamos puesto y no nos costó mucho despertarnos, serían los nervios o que no estábamos dormidos muy profundos, pero en seguida, estábamos vistiéndonos y en unos minutos, desmontando las tiendas de campaña y yendo en busca del coche. Era noche cerrada y teníamos que desayunar aún antes de comenzar.
Desayunamos a base de cereales, zumos, leche, batidos y croissants, es decir, como la noche anterior, un señor desayuno, con mesa incluida y leche calentita jejeje si es que somos unos señores. Sobre las 05:20 de la mañana, estábamos listos para comenzar la ascensión. Así que con los frontales encendidos, comenzamos la ascensión hacía el Refugio de la Renclusa.
Por encima nuestra vimos que ya se adivinaban algunos frontales. Esta primera parte del recorrido discurre en ascensión por un sendero muy marcado y señalizado con marcas de líneas blancas y verdes y que es compartido con el inicio de la ruta hacía el Forau de Aigualluts y por tanto, lo tendríamos que recorrer también a la vuelta, ya que teníamos pensado regresar por allí. En seguida vimos un cartel que indicaba una bifurcación, a la izquierda llaneando, hacía Aigualluts, de donde regresaríamos a última hora de la tarde si todo había ido bien y a la derecha y siempre hacía arriba, en dirección a la Renclusa.
Aunque habíamos decidido por unanimidad (y por mi patata) ir despacio, en unos 35-40 min. nos plantamos en el refugio, cuando teóricamente se tarda una hora. De todas maneras, el paso había sido tranquilo y la indicación de una hora, me imagino que será orientativa y siempre tirando por lo alto. Después de una mínima parada en la entrada del Refu, continuamos la ascensión. Aún no había amanecido y ya había gente por delante que había salido desde el Refugio.
Realmente no estás perdido como tal, porque sabes que tienes que cruzar la cresta de los Portillones, pero nosotros nos fuimos demasiado hacía la izquierda y no encontrábamos el paso natural al otro valle. Estos pasos naturales, son los que se conoce como Portillón superior e inferior. Al final y después de crestear de mala manera por unas rocas asquerosas, dimos con uno de ellos. Realmente no sé muy bien cuál es. De lo que estoy seguro o casi seguro es que es el mismo que pasamos el año pasado, lo que pasa que sin nieve como en este caso, puede llevar a error. Según he mirado en algunos mapas, debía de ser el superior, pero si fuese así, deberíamos de haber visto el inferior cuando cresteabamos y no fue así… así que lo dejamos en duda…
He de reconocer que yo estaba realmente jodido, me encontraba muy mal físicamente, de hecho, unos minutos antes, había vomitado, por eso, en este punto necesite un tiempo mayor para intentar recuperarme. Descendimos el Portillón y paramos al sol, para comer algo y recuperar. No hacía frío o al menos en exceso, pero no había manera de que entrase en calor. ¿por qué digo esto? Pues porque indudablemente tiene que ser síntoma de un agotamiento o similar, es la misma sensación de frío intenso, que sufrí en Vallot, en la ascensión al Mont Blanc.
Después de esta parada, continuamos el ascenso, aún no había ni nieve ni hielo, de hecho, para ser exactos, nieve como tal no hubo en toda la ruta. Hubo que sortear más bloques de piedra, hasta que nos situamos en la parte baja del glaciar, a medio camino entre los Portillones y el Collado Coronas. Así que había que ascender, en diagonal a la izquierda, para ir remontando un poco hacía este Collado.Antes de llegar al Collado Coronas propiamente dicho, dimos con una huella que estaba muy marcada y que ya llaneando, seguía hacia éste. Una vez alcanzado el Collado, recuerdo que cuando lo hicimos en Junio del año pasado, sólo había que ascender haciendo zetas, hasta que accedías a la antecima. En esta ocasión, había que buscar un paso, que se encontraba por encima del glaciar.
Primero, había que atravesar el glaciar en paralelo a la pendiente, justo por una especie de cresta formada por el hielo, que a la derecha, tenía forma de ola de mar y a la izquierda, la ladera. Después, accedías a una zona de piedras, en la que no te podías quitar los crampones, porque entre las rocas, encontrabas placas de hielo, que podían hacer que te llevases un buen susto. Aquí es cuando tuve un golpe de suerte, porque justo antes de subir, aun en la Besurta, habíamos hablado con unos de Guadalajara que descendían y nos habían dicho: -“hemos perdido un frontal Petzl, si os lo encontráis disfrutadlo”… no hace falta que diga más jejeje
Después de esta roca, nos enfrentamos a la zona más complicada de toda la ruta (bajo mi punto de vista, incluso peor que el Paso de Mahoma). Teníamos que ascender por el glaciar, que se encontraba en esta zona muy duro y completamente liso y con una pendiente muy pronunciada. La traducción, para los que no estén muy puestos en esto, es que un pequeño resbalón y caerías resbalando por una placa de hielo, en la que no te podrías parar hasta unos 40 metros más abajo, en una zona de rocas, en las que lógicamente, te abrirías la almendra o lo que cada uno se quiera imaginar!!!
Esta ascensión, la hicimos en dos grupetes, el Largo y el Jorge que andaban muy fuertes, subieron primero, cruzándolo primero en paralelo a la pendiente y ascendiendo después perpendicularmente por una zona un poco menos empinada. Toni y yo, lo afrontamos directamente en perpendicular, es decir, de cara a la pendiente y os aseguro que era muy empinado, podías incluso gatear, sin tener que agacharte mucho, de hecho, a veces lo hicimos. Toni, en este punto, tuvo un par de sustos, con dos resbalones del crampón y desde entonces, se vino abajo, físicamente, esa clase de sustos te dejan echo mierda y eso es lo que le paso.
Después de pasar esta zona del glaciar, con muchos nervios, accedías a una zona rocosa, en las que podías ver que por encima ya no quedaba ninguna zona de hielo, así que sin problemas, podías quitarte los crampones. Nosotros, que íbamos justitos, sobre todo yo y después del susto también Toni, decidimos dejar aquí las mochilas, los crampones y el piolet, subiendo para arriba, sólo lo imprescindible (cámara, abrigo, la bandera de PLS y poco más).
Nos quedaba más o menos medía hora hasta la antecumbre, así que poco a poco, fuimos ascendiendo, yo cerrando el grupo, hasta que todos nos juntamos en la antecumbre. Toni se encontraba mal, algo mareado y fatigado, así que decidió no cruzar el “Paso de Mahoma”, yo no andaba mejor, pero es cierto, que además a Toni le da mucho yuyu y a mí, sin tirarme flores, no tanto. Así que le pedí a Jorge y Silver unos minutos para recuperar un poco de aliento y les hice un poco de guía por el paso, no es que me acordase de los pasos complicados, pero al menos yo ya lo había pasado y eso genera algo de confianza. Poco a poco, con cuidado y sin mirar a los lados, eh largo?? Jejeje fuimos pasando, hasta que en unos minutos nos encontrábamos los tres en la cumbre.
La foto de rigor con la bandera, nos la echaron unos bomberos catalanes, que los tenían que tener cuadrados, porque venían de la parte de enfrente al paso de Mahoma, que era una cresta de piedras interminable… como un Paso de Mahoma continuo!!! Después de disfrutar unos minutos, nos pusimos de nuevo en marcha, hacía frío y además, no es que nos sobrase mucho tiempo, de hecho, éramos los últimos que nos encontrábamos todavía por ahí arriba.
Después de desandar el Paso de Mahoma, nos reencontramos con Toni y comenzamos a descender, con un pequeño temor, de no encontrarnos nuestras cosas más abajo, sobre todo los crampones, sin los que hubiese sido imposible descender el glaciar. En montaña y menos tan arriba, suele ser muy raro encontrarse con hijoputa capaz de robarte las cosas, pero vete a saber, había dos grupos más o menos numerosos que nos habíamos cruzado ascendiendo y nos podían dar el susto del día, pero por suerte, cuando llegamos, las cosas seguían ahí.
Decidimos comer, eran alrededor de las 14:00 y aunque yo algunos teníamos el estómago cerrado, había que alimentarse. Sacamos ensaladas de pasta enlatadas y los sándwiches que había preparado el Jorge la noche anterior e hicimos el tentempié.
Había que descender el glaciar, que lógicamente seguía igual de empinado y era aun más peligroso si cabe, descenderlo. Yo me quedé con Toni, que estaba un poco asustado y aunque yo también, poco a poco fui viendo que los crampones agarraban un montón y si clavabas toda la planta, no se movían ni de coña e intenté transmitirle esa tranquilidad a Toni… no sé si lo conseguí, la verdad.
No me quiero enrollar mucho más en el descenso, porque fui interminable. Sólo deciros que se ha de buscar un ivón (lagunas glaciares) que se llama El Salterillo y que es visible desde arriba, pero posteriormente no lo vuelves a ver y por lo tanto dificulta un poquito. Por lo demás, con un buen día, no hay pérdida posible, puesto que se busca el valle y la salida natural de éste, que es rodeando la montaña en la que se encuentra la cresta de los portillones. Lo que sí es cierto, es que se hace muy muy pesado, es bastante tedioso, descender entre las piedras y se te cargan mucho las piernas (seguramente con nieve sea mucho más llevadero). Después una vez abajo, sigues más o menos llaneando por una llanura, en la que hay varios ríos que desaparecen y vuelven a aparecer. Y que en ocasiones hay que cruzar. JAJAJA de hecho, en uno de ellos el Jorgito tuvo un resbalón y se empapó enterito. Nos reímos bastante, hasta que el largo se dio cuenta que llevaba su cámara en el bolsillo y se la había empapado, entonces, ya no se reía tanto jajaja (por suerte la cámara sobrevivió)
Pasado esta zona se llega al Forau de Aigualluts, que es tan famoso que crees que te vas a encontrar yo que sé qué, pero realmente se trata de una laguna circular, que se mete entre las rocas y que supuestamente, vuelve a aparecer en Francia. Hay una especie de miradores, con vallas de madera, que en teoría se suelen llenar de turistas, pero que en esta ocasión, siendo jueves y casi las 7 de la tarde, no encontramos a nadie.
Después del Forau, sólo quedan unos 45 minutos, por un camino que sube y baja a media ladera, hasta que empalma con el camino de la subida a la Renclusa, que habíamos ya hecho a eso de las 05:30 de la mañana. Unos pocos minutos más y nos encontramos de nuevo La Besurta, donde teníamos el coche.
He de reconocer, que aunque la ruta fue excesivamente larga, muy pesada por las piedras y que yo particularmente me encontraba físicamente muy mal, me encantó como siempre compartir momentos montañeros con vosotros, más aun si cabe en este caso, en el que acompañé hasta la Cumbre (a pesar de dudar de mí mismo en más de una ocasión) a Silver que la vez anterior no pudo subir y a Jorge, que por causas mayores, tampoco pudo intentarlo. Espero que os ayudase en algo mi presencia.
Un saludo a todos y a pesar de que muchos ya no pisan la montaña, otros nos han ido abandonando y los que quedamos, no siempre tenemos las ganas suficientes, ahora, más que nunca: NOS VEMOS EN LA CUMBRE!!!





