

(Lo siento Toni, no me acordaba de ninguna de tus frases)Madre mía... lo que he tardado en escribir esta entrada y la verdad es que tal y como se desarrolló la salida, me daban ganas de llegar de patear y ponerme a escribir. Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Los titulares que he puesto arriba reflejan un poco el sentir del grupo después de haber hecho la mejor ruta, que hemos hecho hasta el momento. Aunque yo discrepo un poco, más que nada porque la ruta de Almanzor, al ser de dos días, tiene otros ingredientes que a esta le faltaron. Pero he de admitir, que salvo por eso, ha sido una gran salida. En esta si que ha habido de todo... pero bueno, no me adelanto y poco a poco lo iréis viendo:
A las 06:45 en el curro (el paro de mi mujer viene bien jejeje). He de admitir que llegué un pelín tarde, ya me estaban esperando Toni y Jorge, a menos cinco o así, pero es que lo de Pico, no tiene nombre. Sobre las 07:20 se nos plantó en el curro. Como castigo pagó los desayunos. Ya estábamos los cuatro elegidos.
Para dessayunar, optamos por el Puerto de Navacerrada, no es que sea la hostia, pero como íbamos un poco justos de tiempo, por lo menos no teníamos que desviarnos a ningún pueblo. En el Puerto de Navacerrada, el cielo cayó sobre la tierra. La niebla era espesa y el frío era intenso. Esta vez nos decantamos por pinchito de tortilla en lugar de las tradicionales tostadas. Te salió caro llegar tarde ¿eh, pico?
Al ratito estábamos en el puerto de Cotos, aquí la cosa había cambiado, el sol lucía radiente y apetecía como nunca calzarse las botitas (algunas nuevas de flipador como las nuevas Millet de Toni)... bueno a decir verdad casi todos estrenábamos alguna cosilla, mi shoft shell, el piolet del Pico... en fin, que a quemar la tarjeta no nos gana nadie.
Ya desde el principio, el camino va siempre en ascenso. Primero por un camino ancho y bien marcado, rodeado de árboles, pero posteriormente, este camino se hace menos marcado y mucho menos aún con la nieve recien caída, además aquí los árboles desaparecen, algo que por otro lado no me extraña. Con ese viento es imposible que un árbol se mantenga en pie. Nos encontramos a las faldas de la hermana menor, la pendiente es muy pronunciada y nuestros pasos cada vez más dificiles, porque en ocasiones nos hundiamos hasta las rodillas o más.
El viento y el frio, a pesar de ser un día soleado, eran muy fuertes, nos abrigamos y buscamos una zona menos venteada para hacer el tentempié. Ya al abrigo del viento, nos pusimos a zampar y junto a nosotros, se apostó un hombre, que había subido con raquetas y el cual, tras intercambiar unas palabras con él, nos contó, que había estado dos veces en el Mont Blanc, una de ellas con su mujer. Las dos veces no había podido subir por el mal de altura, algo a lo que nosotros apenas dábamos importancia, pero por otro lado, estaréis conmigo (y no soy yo el más indicado para decirlo) en que era un gordaco de tres pares de cojones... así que sí ese subió más allá de Gouter, nosotros hacemos cumbre.
Yo he de confesar que no recordaba la anterior ruta tan pesada como se me hizo en este caso. Empezamos a andar a media loma, sin camino marcado y hundiéndonos en la nieve polvo en ocasiones hasta la cintura... fue agotador, por lo menos en mi caso. Hubo una ocasión en la que se me metió el pie de tal manera, que no podía sacarlo, menos mal que me echó una mano el Picachu.
Tras mucho caminar, hundirnos, tomar aliento y volver a caminar, finalmente empezamos a ver a algunas personas, que se acercaban por un camino muy marcado hasta las inmediaciones de la Laguna. Después de ir viéndolo durante un buen rato, finalmente y hacia nuestra derecha, vimos el puente, que comunica con este camino y que ya pasamos la otra vez que estuvimos en el techo de la Comunidad de Madrid.
Desde este punto, donde ya no nos hundíamos, a buen ritmo, empalmamos con el camino de ascenso y en unos cinco minutos, nos plantamos por fin en el parking. Durante esta última parte del camino, nos acompañó un rumor continuo, como el que se suele oir en las piscinas de verano. Como el de miles de personas, gritando, jugando y lanzándose al agua... claro, no habíamos pensado que hacía un sol de justicia y ya sabéis la combinación: sol + montaña = domingueros... madre mía, que cerca y que lejos a la vez estaba la cumbre de Peñalara, en la que unas horas antes, habíamos estado solos, disfrutando de la belleza de la montaña.
Vuelta para casa y la verdad, no recuerdo si hubo cañitas en el campo base o no, pero creo que sí. Creo que nos tomamos dos "a fuego" y cada oveja con su pareja...